"No encontré esta habitación — ella me encontró. Un lugar donde el tiempo ha perdido su voz, donde las paredes susurran en capas descascaradas y el suelo cruje como un recuerdo. Todo aquí respira decadencia, pero no sin belleza. Precisamente en este espacio en decadencia quería colocar algo que vive, que permanece: La noche estrellada de Van Gogh.

La pintura no cuelga allí como decoración, sino como una voz en contra. Mientras la habitación se hunde en el silencio, las estrellas gritan su danza eterna.

La luz natural que entra por la ventana es mi cómplice. Toca la pintura de manera diferente cada mañana — a veces brillante, a veces suave — como si el cosmos mismo participara en el juego. Y, sin embargo, la habitación permanece en silencio. Ninguna persona, ningún sonido, solo el eco de una pincelada de otra época.

Con esta obra quiero mostrar que el arte no muere, ni siquiera en un espacio que parece hacerlo. Que la belleza se anida en el contraste. Y que incluso en la decadencia, algo puede seguir brillando.”